editorial octubre

noviembre 8th, 2009 Publicada por alejandra

Editorial
“Populo panem et ludos circenses!” Al pueblo pan y circo. Esta era la consigna de los emperadores y de los poderosos del Imperio Romano. Mantener a las masas contentas con espectáculos de circo y con repartos de trigo barato para dedicarse impunemente a las intrigas palaciegas, a los crímenes y a los excesos más desaforados de la ambición. Es una fórmula a través de la cual monstruos como Calígula, Nerón y Cómodo se mantuvieron largo tiempo en la silla augusta. –
Un par de milenios más tarde la fórmula conserva su efectividad, y la Argentina de nuestros días, con la costosísima demagogia del matrimonio presidencial y de sus corifeos, es muestra sobrada. El capítulo más reciente de estos repugnantes despliegues viene a propósito de la televisación del fútbol: el Estado gastará billones en los próximos años para su emisión gratuita. Y mientras la familia argentina y las barritas de amigos podrán gritar goles sin codificar, la educación, la salud y la seguridad verán sacrificados recursos valiosísimos. ¡¡¡Por supuesto!!! Nada asegura la distracción de la gente tanto como la tensión de los últimos minutos de un partido encarnizado. Que delincuentes maten ancianos y violen jovencitas, o que los hospitales públicos no tengan un tubo de oxígeno o que las escuelas se caigan a pedazos, sin vidrios en las ventanas y con cataratas de humedad en las paredes, no parece ser tan importante como para que el Estado no pueda permitirse cubrir aquella significativa función de mostrador de las gambetas y de los pases exquisitos. –
Lejos de la apología del monopolio de TYC Sports, el extremo de ridiculez a que se ha llegado es, literalmente, espeluznante. Quizá la coronación de la vileza haya estado en la comparación presidencial entre la privación de las imágenes del fútbol y la desaparición de personas durante la dictadura militar. Posiblemente la Sra. Fernández de Kirchner no haya tenido en cuenta lo caro de su hipocresía: ¿Cuántos “desaparecidos” generará la privación de seis mil millones de pesos que se aplicarán al negocio del fútbol televisado? ¿Alguna madre, nieto o hijo de un muerto en un hospital por falta de insumos para atenderlo se pondrá un pañuelo en la cabeza? ¿Serán nombrados en importantes cargos públicos los padres de personas baleadas por delincuentes, como lo han sido muchas madres, hijos o abuelas de Plaza de Mayo? ¿O es que los derechos humanos se limitan exclusivamente a secuestrados y torturados por el gobierno militar? Los derechos a la salud, a la educación y la seguridad personal… ¿No son derechos humanos? ¿No se los pisotea con una intensidad peor cuando se dilapidan de este modo los recursos destinados a atenderlos? Por supuesto, resulta mucho más efectista evocar el picaneo de un detenido político que pensar en niñitos santiagueños tiritando en un aula semiderruida. Es mucho más conmovedor, en términos de espectacularidad, mostrar a militares vampirescos y siniestros que a salas de hospitales inmundas, atestadas de gente agónica atendida en las peores condiciones imaginables. Y de tanto insistir con aquellas comparaciones, con el martilleo de que los “derechos humanos” son los derechos de los detenidos y desparecidos de la dictadura militar, se crea la sensación extraña de que los derechos humanos pertenecen únicamente a este ámbito, y hasta se dice que es la política de “derechos humanos” de este gobierno lo que encrespa a ciertos sectores reaccionarios de la sociedad, campo incluido. Al arrojar a los cuatro vientos la inmensa fortuna que costará la televisación, para salvar de la quiebra a unos cuantos clubes de fútbol pésima o corruptamente administrados, el matrimonio presidencial se apresta a cometer un genocidio no menos bestial que el de los militares. El genocidio de los muertos indirectos que cobrarán la inseguridad y la ausencia de servicios de salud. Sobre estos “desaparecidos” poco y nada se dirá, desde luego. –
Y lo supremo de la ironía es que para perpetrar su juego de poder, su pulseada con un grupo mediático, el matrimonio presidencial abraza y palmea a Julio Grondona… El mismísimo Julio Grondona que presidía la AFA cuando la gente vitoreaba al seleccionado y festejaba el Mundial de 1978 mientras – para reproducir un ícono recurrente de los allegado al gobierno – a pocos centenares de metros, en la ESMA, se torturaba a miles de personas. Esa misma espalda que abrazan Néstor y Cristina fue abrazada por Videla y Massera en los palcos de las canchas mundialistas; ese mismo presidente de AFA compartía con los asesinos militares una sonrisa no distinta de la que comparte ahora con Cristina de Kirchner. ¡¡Vaya homenaje a los “derechos humanos” en cuyo vapuleado nombre se consuman estas fechorías!!
Así estás, Argentina. Verás fútbol por televisión mientras todo se cae a tu alrededor. Te abren la puerta del circo para que los gritos de gol no dejen oir los lamentos de tu ruina. Te engañan con las farsas más estentóreas para que no se note el flagelo de tu decadencia. Hurguetean tu bolsillo y se llevan todo mientras, embobada, mirás televisión. Tus hijos se mueren de pobreza y de ignorancia mientras los que te prendieron el televisor, en la trastienda de los puercos, cuentan gruesos fajos de billetes y se congratulan de lo sencillo que resulta manejar a los estúpidos y quitarles todo con un par de espejitos de colores. Lo hicieron Nerón, Hernán Cortéz, Saddam Husein y otros innombrables de la Historia ¿Por qué no habrían de hacerlo nuestros gobernantes?
Cristian Julio Moyano, DNI 17.337.783

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